¿Hacerse la vida imposible?
Los conflictos son parte de la vida! Lo que no es normal es que las relaciones humanas terminen en peleas que las destruyan o que los involucrados si la arruinen financieramente.
Lamentablemente esto ocurre con frecuencia y puede incluso pasar que
una demanda judicial venga a aniquilar la relación cordial entre
las partes involucradas en el conflicto. La vía judicial lleva
a soluciones que ni siempre se basan en el respeto mutuo y en la honestidad.
Sobretodo si los involucrados pertenecen a la misma familia o mantienen
algún tipo de relación personal, como por ejemplo, en caso
de la guardia y custodia de los hijos o de herencia. Es importante encontrar
una solución con la que todos los involucrados puedan concordar.
Por tanto muchas veces se necesita de un apoyo profesional y neutral.
La mediación
es ahí el método que viene de primera.
En una medición las partes conflictivas se encuentran de forma
libre y voluntaria en un proceso estructurado que es dirigido por uno/a
mediador/a neutro - un profesional cualificado, neutral e imparcial (el
mediador familiar), - que, a petición de las partes permite a ellas
disponer de un espacio para acordar las soluciones más satisfactorias
para todos los involucrados. El mediador/la mediadora no toma decisiones
sino se responsabiliza por el proceso de manejo y resolución de
conflictos. Las decisiones y acuerdos son de competencia de las partes.
El objetivo de la mediación es la resolución constructiva
del conflicto, evitando la escalada del mismo, la violencia y, si es posible,
el proceso judicial.